jueves, 14 de noviembre de 2013

Disculpas de un ser orgulloso

Me encanta cuando te enfadas
y
frunces así el ceño.
Te quedas en silencio,
sumido en mis absurdos
y me miras con gesto incrédulo,
preguntándote por qué ésta loca.

Y yo, con cara de final amargo
-que es como más fea me pongo-
preguntarme de nuevo
por qué cuanto más pesa mi orgullo
menos dura al mirarte.

Fuerza titánica,
deseo imparable de que
se arreglen los problemas con caricias
y
me regales ser tu prólogo todos los días.
Desayunar de tu sonrisa
y que te comas a mis miedos,
aunque sea por unas horas.

Y, me encanta también
sin ningún otro pretexto que hacerte reír,
que frunzas el ceño otra vez,
y hacerle cosquillas a tu mal humor de los lunes
mientras te tengo entre mis brazos
y pienso en lo imbécil que es
invertir tiempo en silencios que gritan
cuando podríamos salir y gritarlo.

2 comentarios:

  1. Jo l'he llegit com mil cops i cada vegada m'agrada més.

    (Sóc l'Ainoa hehe)

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  2. Me encanta como escribes y te expresas, te sigo en instagram y es la primera vez que visito tu blog. Esta genial, te comento aqui porque me he sentido identificada con este texto y he podido sonreir leyendolo. Deberias hacerte conocer más ya que vale la pena lo que sientes y transmites. Preciosas palabras. Te felicito.

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