miércoles, 22 de diciembre de 2010

Taller de sueños personal.

Es inevitable, el pensamiento y los sueños son incontrolables. La ilusiones se trazan, los nudos se sueltan y se atan, se prometen amor eterno para después traicionarse y abandonarse.
Es apasionante el descontrol de un ser humano y ver cómo de lo que dábamos fé en un ayer ha huído como un amor de verano, aquél lugar dónde solías gritar desparece y emigra.
Aún así en el corazón siempre hay lugar para el pasado. Nuestro bulevard personal de tropiezos y piedras, un libro de sueños y promesas rotas y una colección de sonrisas.
Dicen que el ser humano es el único ser capaz de tropezar dos veces con un mismo obstáculo, pero esque nuestro eterno cambio de órbita nos niega lo contrario. Por mucho que uno piense jamás va a ser capaz de controlar lo que su instinto dice, lo único que está en su poder será seguir las órdenes o no.
Y así andamos, con suelas de papel cuidando de que la tinta no se borre y los folios parezcan intactos. De eso se encargan los errores. De rasgar esos cuentos chinos y hacernos ver que nos queda mucho camino por recorrer, de la mano de miles de sensaciones.
Dejamos en cunas ajenas la semilla de nuestra felicidad y nos equivocamos. Quién crea y destruye el bienestar propio es uno mismo, regalando así el de los demás.
El mundo cae continuamente en el error de permitir que su propio descontrol esté en manos de alguien.
Intentos fallidos de que todo caiga por su propio peso.
Que el ayer, el hoy, y el mañana no dependan más que de el reloj, y que todo lo que sintamos sea puro placer, sin dolor y con sonrisas...
¿Lo habéis visto? Hasta el que más piensa comete el error de soñar despierto, de contar mentiras que quizás en un mañana serán ciertas.