sábado, 14 de febrero de 2015

Amor propio

Cambié
tus “casi” y tus “pero”
por mi “hoy”,
mi “soy”
y “mañana seguiré siendo”.

Vendí
los imposibles,
los improbables,
los desesperados,
todas las semifinales
a un cobarde
que solo quería prefijos
para su prólogo.

Cambié
el abalanzarme
por un mirador al precipicio,
y entrené el salto de altura
para que la presión al subir
no fuese nunca más
un dolor de cabeza.

Cambié los medios
y los miedos
por la medida universal
más precisa del mundo:
poner el alma entera
y querer;
querer hasta que duela,
y dejar de hacerlo
justo cuando empiece a doler.

Cambié el amor no merecido
por el correspondido
(a sabiendas
de que el mismo
es unidireccional).

Cambié mi aliento en el aire
por dos pies en el suelo
y el pelo en las nubes.
Vendí a todo mi yo adulto
y compré de nuevo
la licencia para soñar.


Cambié
que el domingo
fuese el día de la fe
por tener algo de fe
todos los días.