martes, 1 de marzo de 2011

Young money

La sala era cuadrada. Cuatro paredes grises algo desgastadas, tres de ellas vacías y a la vez llenas de historias. La restante formaba un surco diferencial en medio de su propia superficie mediante una línea casi invisible que se unía a un pomo y una cerradura. En ésta una llave plateada y pequeña.

En el centro una mesa con dos sillas. Sin velas ni flores, aquello era más serio.

Una cámara apuntando hacia ella y una bombilla justo encima. Lo iluminaba todo pero miraba hacia el centro, amenazante.

Sentado en una de las sillas de metal el inspector. Serio, de piel oscura. Ojos marrones, pelo corto, una barba de aproximadamente dos días. Vestido con traje gris de lino, camisa blanca y corbata a rallas. Azules y blancas, trazando una misma diagonal.

Su mirada se perdía, como si pensase algo.

Al cabo de cinco minutos entró. Serio, desgarbado. De pelo rizado y piel clara. Ojos verde aguamarina. Su ropa era de lo más normal. Una camiseta de color gris, con una especie de pico que alcanzaba el final de su pectoral, y un pantalón vaquero desgastado.

Había algo en su mirada que ya, desde un principio incitaba a desconfiar.

Se sentó frente al inspector. Sus miradas, ambas penetrantes, intentaron leer la mente del otro.

El inspector se llamaba James Hackoff, nacido en Primrose Hill, sus padres eran ambos jueces, estudió criminología en Oxford y obtuvo una nota considerablemente alta. Su universidad le abrió puertas, pero también su ingenio.

El preso se hacía llamar Misdemeanor, aunque su auténtico nombre era Neil O’Nathamm, nacido en el distrito de Lambeth, en el barrio de Brixton. Estudió criminología al igual que el inspector, en la universidad del distrito, obtuvo la matrícula de honor y consiguió un trabajo como secretario.

Ambos sabían por qué Neil se encontraba allí. Mentiras.

Durante largo tiempo intentó engañar a todo el departamento de policía. Tenía un arma poderosa: el jefe estaba comiendo de la palma de su mano cuál pajarillo.

Empezó la entrevista.

-Y bién… cuéntame, ¿Qué fue lo que te incitó a mentir?- Preguntó el inspector.

-Se equivoca del todo, agente. Hay muchas cosas que usted no sabe de mí… Yo no he mentido nunca.

-Bién, sus ojos me indican que miente. Está mirando hacia la izquierda, mientras a la vez sus manos se rozan reiteradas veces. Responda ahora, O’Nathamm. ¿Qué fue lo que sucedió?

-Mire, señor… voy a contarle una cosa. Vengo de uno de los suburbios más peligrosos de Londres. He estudiado lo mismo que usted, aunque no conocía su faceta de mentalista. Me he topado con miles de personas dispuestas a hacerme daño, he guardado bién mis secretos, y dudo mucho que sepa algo de mí…

-Bién… ¿Ha oído hablar alguna vez de Friedrich Nietzsche? –Preguntó el inspector

-Sí… por supuesto. Pero pongo en duda que tenga algo que objetar aquí.- Siguió, atusando su melena ondulada.

- “La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano.”, ¿En quién ha confiado usted, compañero?

-No entiendo qué quiere decirme, inspector... sea claro.

-Yo he nacido en uno de los barrios más adinerados de Londres, y usted en uno de los más pobres. Se basa en su prodigiosa mente por todas las personas que ha conocido y todos los problemas de los que ha escapado.¿Me equivoco?

-No, no lo hace. Así es.

-¿Ve esa llave,O’Nathamm?- Dijo señalando a la pequeña gota metálica que pendía de la cerradura.

-Sí, por supuesto- Asintió.

- En el momento que usted salga por esa puerta, emigre. Busque un lugar sin historia y espacio para crear, y construya su propia mentira, así los cimientos no serán intangibles, y todo el mundo creerá lo que usted diga. Pero no pretenda llegar a un lugar, y construir sobre un tejado, porque si la base es sólida, la mentira no conseguirá el equilibrio. Todo acaba cayendo compañero, y parece ser que hoy, la pieza clave de su torre de babel ha cesado. El lugar de dónde venga y cuántas caras haya visto es indiferente… aunque crea que sí, ni el dinero lo compra todo, ni vuelve ignorante a quién lo tiene. Lo que le hizo rico como mentira, lo acaba de dejar en la peor ruina. No por su pobreza material, para nada amigo. Ahora debe empezar de cero.