martes, 26 de febrero de 2013

Todo lo que buscaba

Conocía las paredes y los muebles de aquella habitación mejor que nadie: cada clavo, cada tabla de madera del parqué. Había millones de mantas sobre la cama que había tejido y vuelto a tejer mentalmente millones de veces con todas aquellas complicadas tramas sin ningún tipo de dificultad. Sin pensarlo podía decirte el peso y la masa del armario y lo mismo sucedía con el pupitre, las estanterías, el sofá y todas las lámparas -aunque a alguna se le hubiesen fundido las bombillas. Ningún otro ser era capaz de controlar aquel lugar del modo en que lo hacía ella, ni de mover todo lo que había dentro para que no la encontrasen. Era insoportable: no dejaba entrar a nadie , y si lo hacía por vías ilícitas -corazones y demás- era incluso capaz de cambiar de tamaño y escurrirse por aquellos parajes salvajes ante ojos ajenos. Y aquello era una norma general: cuando alguien la buscaba siempre huía;  incluso cuando era ella misma la que entraba en la habitación, una parte se dedicaba a mover los muebles en una especie de juego macabro para que el escondite siguiese y quedase ese frágil intocable.
Aunque no duró demasiado, porque un alma siempre se encuentra. 
Después de dedicarse a correr entre aquellas cuatro paredes durante mucho tiempo empujando mesas, armarios, camas y demás un día se decidió a descansar y ponerse a dormir...fue entonces cuando entré sin miedo y empecé a destapar todo y a ponerlo en su lugar, y sin querer me encontré a mi misma sonriendo dulcemente bajo las sábanas con los ojos cerrados -me imagino que soñando-...y hallé en ello toda la calma que durante un tiempo yo quise confundir con caos.

domingo, 24 de febrero de 2013

Shooting arrows



[...]

-La admiro porque es muy fuerte. No llora nunca ni nada le duele: es odiosa y jodidamente imbatible- dijo tocándose la cabeza- Yo también quiero ser así y no lamentarme tanto. Que si pierdo, que si gano, que si bah...tonterías. A veces pienso que tendría que cambiarme las gafas porque veo mal la vida.
-Tú si que estás mal - le respondió con una sonrisa dulce y dándole un golpe suave en la mejilla-. Anda, hazte un favor y sonríe un poco.

-No no- dijo empujando la mano de él-, es que siempre estáis todos igual. Que quiera dejar de lamentarme no implica que si tengo ganas de hacerlo vaya a reprimirme.
-Entonces, ¿qué quieres?- respondió con un gesto irónico-. Venga, quéjate. Quéjate todo lo que quieras, que yo te daré la razón y te diré que tienes al mundo en contra. Entonces empezarás a reírte y a poner cara de niña pequeña diciéndome lo cabrón que soy y que no te ayudo nada. Porque claro, pobrecita tú.
-¡Eh!- gritó ella entre carcajadas tal y como él le había dicho- eso es trampa. Así no vale. Es que...
-Es que nada. No sé por qué tienes que admirar a nadie ni cambiar tu manera de sentir las cosas. No lo haces tan mal.
-Pero es que todo me duele en seguida. Pero todo, todo ¿eh? Y me da miedo, me doy miedo.
-¿El qué?- preguntó él cogiéndole de las manos.
-Pues no sé. Quedarme de rodillas aquí para siempre. Sentirme débil a veces, sin fuerza. Como si me fuese a tragar un remolino y no fuese a salir nunca.- respondió ella mirando hacia la derecha.
-¿De veras crees que eres débil?- dijo sorprendido. No me lo creo.
-Sí pero es que a veces yo...- e irrumpió en su llanto- pues me hundo y... y...- sollozaba- me caigo y me asusto porque no estaba acostumbrada al vacío. Y por eso soy débil, porque hay momentos que no sé mantenerme entera y no avanzo.
-Te equivocas. El fuerte no es el frío, ni el que se mantiene entero más tiempo. Valiente tú por caerte y cada vez que lo haces buscar el modo de levantarte para ir hacia adelante con más clase que ayer.
-Ya, el problema es que a veces siento que retrocedo.
-¿Conoces alguna flecha que haya sido disparada sin estirar antes de ella hacia atrás?



A Toni, juntos -y no hace falta decir más :). 

martes, 19 de febrero de 2013

Hace un año yo...

Antes de que empieces a leer esto debo decirte que viene de una caja donde suelo guardar aquello más íntimo de mí. Este texto tiene exactamente un año, y al llegar a mis manos he sentido la necesidad imperiosa de compartirlo. Un día de éstos dedicaré una entrada a mi pequeño buzón a Ninguna Parte, pero de momento rescato este texto de una Ane del pasado que quiso aconsejar a su yo presente y por qué no, a la Ane del futuro que está escribiendo ahora -ya dicen que nada sucede porque sí- así que me quedo algo al desnudo pero os invito a que compartáis la cura de heridas pasadas y sobretodo a que esto os abrace un poco. Gracias a todos los que soléis leerme, a los que lo hacéis de vez en cuando y a los que habéis llegado aquí por cualquier casualidad del mundo, gracias de corazón. 

Ane

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Soñar un poco entre palabras dulces. Pensar: "quizás", y pasarlo a un futuro compuesto con el verbo ser capaz.
Borrar la primera palabra.
Coger el pretérito perfecto del verbo temer y fijarlo.
Presentizar la palabra valor.
Sonreír, tatuarse "libertad" en la fente. Caminar, avanzar, vivir.
Porque quizás mañana seré capaz. Y seré capaz porque he temido, pero hoy tengo valor. Sonrío, camino, avanzo, vivo.
Olvidándome de subjuntivos y planes, borrando todos los tiempos que no me permitan ser hoy, olvidando el ayer y el mañana.
Siente: ama, llora, grita, estalla.
Pero sobretodo, no te olvider de vivir. Porque tú eres quien equilibra la balanza y tú eres quien la controla.

Responde ahora: ¿Presente de indicativo del verbo ser?

Yo soy capaz.

domingo, 17 de febrero de 2013

Febrero, con Insidemireia




Tú no eras como las tormentas de verano...a ti siempre te esperaba cuando te ibas. Puede que el error de echarte de menos fuera mío. En este corazón hay cosas que pueden ser -o al menos parecer, o desear que sean- infinitas. Pero no es así.
De pronto desaparecías y yo debía observar como lo hacías; no quedaba más remedio. Eras mi mayor prueba de masoquismo: la desnudez de tu alma no me daba más que frío y al cabo de unos días recuerdos para reírme de él, incluso sabiendo que el tacto congelado de tus puñales me haría llorar de nostalgia en un tiempo. Y así sucedió, te fuiste. Como se va todo lo que está obligado a marcharse: con silencios llenos de gritos y amaneceres soleados que extrañaban tu lluvia en mí.
En el fondo era consciente de que no debía echarte de menos porque tenía tiempo de sobra para sanar las heridas y volver a ti más fuerte que nunca...de todos modos el ardor de un solo sol durante el resto de meses me hundía en mi propia soledad. Era imposible vivir sin ti pero tampoco podía pasar mucho tiempo a tu lado porque era inevitable que te marchases...eras una de aquellas leyes innatas universales que debía aceptar y no intentar comprender.
Al fin y al cabo que estés aquí me ha enseñado que la vida es resignarse...

A que pasen los meses y siga contando los días para que llegues,
me abraces otra vez con tu manta de hielo y yo rompa a llorar diciendo:

Cuanto me dueles Febrero, tanto que no quiero que te marches. 

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Gracias a http://insidemireia.blogspot.com.es por la proposición de la colabo y por esta increible ilustración:) un placer!!

domingo, 10 de febrero de 2013

Tal día como...

En un abrir y cerrar de ojos la cama cada vez se hacía más y más grande dejándote perdida en una esquina. Sobraban espacios por todos lados. El simple contacto con tu piel dolía y en la calle hacía más frío de lo normal.
Todas las canciones sonaban a triste. Todas, sin excepción, y para colmo aquellas que ya lo eran te creaban un tipo de alergia que no te permitía escuchar más que los tres primeros segundos.
El mundo daba mucho miedo, tanto que en el amago de mirar por la ventana suplicabas que al girarte hubiese un vendedor de abrazos dispuesto a tomar tu alma a cambio de uno. Y te daba igual, ni siquiera entendías de dignidad o de ridículo. No te importaba porque tal día como hoy eras la peor persona del mundo, la que hacía daño a todo ser que la rodease.
Y todo eran suspiros. Y todo era echar de menos. Lo único que podías hacer era esperar a la llamada del despertador al día siguiente esperando que te arrastrase a hacer algo mejor, porque daba la casualidad de tal día como hoy no hacías nada bien.
Y todo te consumía y era oscuro. Porque te sentías sola y pensabas que nadie iba a ir a rescatarte, o porque creías no tener fuerzas para seguir adelante.

Y todo hasta que llega alguien y te recuerda que es domingo. Ese día en que los monstruos del miedo intentan comernos a todos... pero por suerte siempre hay lunes ¿no?


Feliz semana, que no os coman esos bichos:)

domingo, 3 de febrero de 2013

Acostumbrados a acostumbrarnos -y disculpen la redundancia.

El tiempo hace las cosas especiales. Cuando los momentos se convierten en recuerdos los magnificamos, los colocamos en pedestales y creemos que jamás encontraremos otra oportunidad de llegar al mismo punto porque son cosas del pasado, y el presente siempre es peor. Siempre hay queja.
Así de absurdos somos. Nuestro cerebro sólo es capaz de asimilar la belleza de las cosas una vez se desvanecen porque estamos acostumbrados a acostumbrarnos - y disculpen la redundancia. Es obvio que saldrá el sol, es obvio que te dará los buenos días, es obvio que cuando te vea va a sonreírte. Pero tú no te levantarás y te maravillarás mientras ese sol sale, ni verás de nuevo la magia que esconde esa mueca risueña -¿te has preguntado qué pasaría si mañana no amaneciera? Probablemente lo echarías de menos, al igual que esa alegría tangible si de pronto la persona equis desapareciese un par de días.
Ignoramos lo obvio y buscamos lo absurdo pensando que quizás va a hacernos más felices. Y después nos lamentamos. Decimos “vaya, que bien estaba”. Nos casamos con el imperfecto de indicativo porque permitimos atardeceres eternos. Y todo por las putas costumbres: las mismas que nos hacen hablar de monotonía pero que nos destrozan si fallan.
Mírate un momento tú que lloras, diciendo que ayer eras...ayer también llorabas, pero ayer parecía mejor porque hoy ya no duele tanto. Hoy será tu recuerdo feliz de mañana.

Así que vive hoy.