jueves, 30 de mayo de 2013

Querida persona universo

Y de pronto estás ahí, como siempre, sentado mirándome buscando una respuesta. Yo me acerco lentamente a ti, porque necesito que me hagas la pregunta. Ya sé lo que va a pasar, y no es la primera vez. Tú, yo, cerca, con muchas horas por delante. Es inminente. 
La conversación empieza con un clásico "Hola, ¿qué tal?", porque también nos gusta romper el hielo y contarnos a qué hemos dedicado nuestro tiempo. 
Y de pronto, sucede todo. Sin saber cómo ni por qué, te abres como un universo y me absorbes como si fueses una especie de agujero negro para introducirme en una de tus galaxias. "¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti?" me digo a mi misma; que nunca sacias mi instinto de explorarte. Me introduzco en el corazón de una de tus nebulosas y soy capaz de quedarme una hora indagando sobre ella, mientras contemplo la siguiente constelación a la que voy a ir. Leo todas las inscripciones y escucho la música atentamente mientras la bailo, y siento que no quiero marcharme. Me gusta flotar en tu atmósfera. 
Mientras tanto con los ojos voy repasando la curva de tu sonrisa, que me quita el sueño y me deja seguir la ronda.  Sin dificultades entras por mis ojos y cruzas los laberintos, me quitas despacio las armaduras y me dejas acostumbrarme al frío. Nos arrancamos el reloj de cuajo, y entendemos que nos llevaría todo el tiempo del mundo descubrir lo que esconde cada rincón, así que nos vamos preparando por si es para toda la vida.  
La verdad es que es cansado lo de indagar continuamente, pero eso no importa. No importa porque da igual los años luz a los que estén nuestras fuentes de energía, o lo distintas que sean nuestras galaxias. Entrar en ti es el combustible para motivarme y tener la certeza de que aunque creamos que no, tarde o temprano encontramos a personas que sin quererlo nosotros mismos nos abren las puertas del alma y se introducen en ella compartiendo lo vital, reventando a los miedos y diciéndonos que merece la pena. 

...a veces me pregunto si el big bang nació al conocerse dos personas universo.



Diálogo absurdo

- Me he vuelto alérgico a la gente. Sí, puede sonar extraño, pero yo no he decidido como avanzaba la cosa. A mis cuarenta años, y fíjate, será verdad lo de que a medida que envejeces es más fácil enfermar. Además, déjame que te cuente, no soy un alérgico convencional,de los que se alejan del problema o toman antiestamínicos. A diferencia de estos primeros, yo puedo convivir con la causa de mi tormento, de hecho lo hago cada día. Seguramente pensarás que estoy como una puta cabra, y puede que no te falte razón. Pero es que esto lo han creado los años, compañero, no me he levantado hoy con el día cruzado.
Me empecé a dar cuenta de mi problema cuando vi que de tanto repartir, se me había olvidado en qué armarios de las casas ajenas había dejado el amor, y se me había acabado todo. Probablemente lo metí en el bote que ponía "para siempre", y ellos mismos se encargaron de tirarlo a la basura cuando salí por la puerta. Intenté recuperarlo, pero nada. Ni rastro en ningún sitio. Fue entonces cuando vi que era alérgico; no porque las personas me creasen rechazo, sino porque era incapaz de quererlas. Era así de simple, una enfermedad de cero dependencia. No te mentíré, al principio lo pasé mal. Era un poco frustrante pensar que no volvería a entender un abrazo, un beso, o que no sabría diferenciar entre follar y hacer el amor, aunque con el tiempo también logré acostumbrarme a ello. Los primeros síntomas fueron la apatía, el desinterés, la incredulidad y el desencanto general, aunque no me pienses ahora como un ser triste, que he encontrado mis métodos para contentarme yo solo.

- Tu despecho habla por ti, y es más gris que las nubes de arriba. Eso es imposible. Puedes decirme que no has encontrado a nadie que sepa motivarte, pero eso de la alergia... vamos, cuéntaselo a otro.

- Todos reaccionáis así, porque nunca tenéis valor de dar el cien en todo lo que vais haciendo. Siempre os queda algo por cobardía, no porque sea infinito. Y si no acabas de creerme, pruébalo. Entrégate. Solo necesitas un primer amor fallido, un par de amistades traidoras y algo de cuero en la piel para que pueda curtirse.


viernes, 24 de mayo de 2013

Desde las alturas

El grito ensordecedor de aquella ciudad en llamas me abrazaba y me llenaba la cabeza de interrogantes. De pronto todas las formas que de día obviábamos desaparecían en la penumbra dejando ver tímidamente su silueta y en un segundo se volvían fascinantes. Se encendían lámparas en las cocinas y se apagaban lentamente las farolas, creando ese espectáculo de sombras chinas. Entonces empecé a preguntarme si todas aquellas luces estaban encendidas por algún motivo, o si aquellos que lo habían hecho querían decirme algo. Me gusta pensar que sí, que esas pequeñas luciérnagas en la distancia lanzaban algún tipo de mensaje a la nada mientras yo, con las manos frías me dedicaba a a escuchar el silencio y a buscar nuevos rincones en los que poner a correr a mis sueños.
Era maravilloso emplear tanto tiempo observando algo que había visto tantas veces, y sin embargo tenía la capacidad de maravillarme con sus propios detalles. Entonces un pensamiento inundó mi mente por completo y me hizo agachar la cabeza; tenía las mismas vistas todos los días, y sin embargo, hasta que no se apagaba la luz no me daba cuenta de cuanto me gustaba aquel lugar. Entristecí rápidamente, porque me di cuenta de que a veces, los seres humanos también actuamos así. Dejamos la luz encendida siempre, tanto que al final nos acostumbramos a la ceguera que provoca y después no nos molestamos en buscar el interruptor.

Y no quise. Me aterró la idea de pensar que quizás tenía varios focos encendidos, y que muy probablemente muchos otros lo tenían encendido hacia mí. Así que me quedé en la azotea disfrutando de las alturas, y dándome cuenta de que a veces es mejor apagar la luz un minuto que perderla para siempre.


Porque nadie se merece que necesiten perderlo para saber que algún día lo encontraron.




viernes, 10 de mayo de 2013

Wertgonya


Lo cierto es que este blog es bastante narcisista; mis sentimientos, mis fotos, mis, mis, mis…así que hoy haré una excepción y hablaré de algo que nos preocupa a muchos (eso sí, como siempre, desde mi punto de vista, para no perder las costumbres).

Bien, lo primero de todo es decir que lo voy a escribir en español, para que no se me catalogue de preferencias ideológicas por h o por b, y porque es mi lengua madre. Dicho esto, allá voy:

Llegué en junio del 2003 a la edad de 8 años a Sant Andreu de Llavaneres (Barcelona)  desde Burgos (ea, buscadme un sitio que no sea Madrid y sean tan españoles como allí) sin saber decir una palabra en catalán. Mis padres nos buscaron a mi hermana y a mí una profesora particular para aprender la lengua, y nos escolarizaron en un centro público dónde, obviamente, en excepción de la asignatura de lengua castellana todo lo que cursaba era en catalán. El único trato especial que recibí fue por parte de mis compañeros, quienes al empezar a hablarme en español cogieron la costumbre y siguieron haciéndolo (en excepción de algunos con los que acabamos cambiando). El resto de gente (profesores, e incluso padres de mis amigos) me hablaban en catalán con absoluta naturalidad, y yo lo recibía de manera positiva, no como una especie de sometimiento. La regla era fácil: yo tenía la oportunidad y el privilegio de dominar dos idiomas, dos lenguas, y de pensar, sentir, y educarme en cualquiera de las dos, sin suponerme un problema de ningún tipo. Al contrario: me enriquecía.

Hoy por hoy, he pasado el mismo número de años en Castilla y León que en Cataluña (siendo vasca, para reventar el combo). Domino por igual la lengua española como la catalana, y ¿saben qué creo? Que deberíamos observar el tema de la inmersión lingüística como la niña de nueve años que llegó aquí sin tener ni idea, pero con ganas de aprender.

Puede que Cataluña no sea un país, pero tiene una cultura propia preciosa (y no entraré en comparaciones con la española, porque todo esto es un mero hecho subjetivo y es asunto de cada uno), y dentro de ella está su lengua. Me parece vergonzoso que por orgullo y patriotismo se esté llegando a este tipo de extremos, en el que a la gente llega a cegarles tanto su dogma que dejan de valorar lo que verdaderamente puede enriquecerles. Empezando por el hecho de que los niños bilingües son más veloces mentalmente y acabando por el poder escoger en qué expresarse. Mi pregunta es, finalmente ¿por qué sustituir algo que nos hace bien, y no impide el conocimiento de otra lengua? Y, ¿Dónde está el problema de que la escolarización en Cataluña, sea en catalán? O, quizás ¿Dónde está el problema de que su hijo o usted aprendan?

Así que si pudiese decirle algo ahora mismo a todos esos ladrones que se dedican a chupar de nuestros bolsillos y a llevarnos a la ruina mientras viajan en primera clase y luego hablan de crisis, sería que dejasen de hacer leyes absurdas a favor del odio y el egoísmo de unos cuantos. Sabemos que lo robáis todo, pero no seáis avariciosos, que la riqueza cultural está para compartirla –al igual que nuestro dinero, por si no entendéis el concepto.

I, si us plau, deixeu de fer-me pasar Wertgonya, que ja vam tenir prou amb Franco.