jueves, 25 de febrero de 2010


A veces me robas el equilibrio. La gran mayoría de ocasiones me lo devuelves. Es dificil pensar en que el "nosotros" pende de un hilo, y que puede romperse en cualquier momento. Aunque en realidad me gusta ese juego. El juego de buscar la manera de ascender. Y no sola, sino contigo. Y aunque a veces tropecemos y se nos caigan piedras encima de la cabeza del otro y nos enfademos, sé que el día que me caiga a pesar de lo que pueda pasar tú estarás allí para cogerme.
Te quiero mucho.
Ricard y Ane, 23 de mayo.

lunes, 22 de febrero de 2010


Aún no entiendo por qué es tan complicado mirar atrás para encontrar el rumbo. Por qué nos cuesta tanto aceptar lo que hemos hecho, ya sea bueno o malo, pero jamás admitiremos que nos lanzamos al mar en un día de invierno y empezamos a nadar. Nos duele, nos duele ver como al mirar atrás vamos sintiendo más frío a cada segundo que pasa, y nos alejamos de todo aquello que nos rodeó. Ver como sube la marea y tú a su ritmo creces no es fácil. Por el simple motivo de que la corriente te arrastre a un sitio al cual tú no quieres llegar y pueda morderte un pez. Dicen que la vida es aguantar. Pero muchas veces nos ahogamos en este eterno mar que nos rodea, y no sabemos hacia dónde nadar porque ni siquiera mirando atrás sabemos hacia dónde dirigirnos. A veces alguien te encuentra y consigue hacerte emerger hacia la superficie.
Y ,muchas otras, tú solo, nadando sin cesar, sumas unas cuantas gotas de agua más al mar y luchas contra viento y marea. Pero sin darte cuenta, al luchar has abierto heridas que jamás sabes si llegarán a curarse.
Porque hay recuerdos que jamás se borran.

miércoles, 17 de febrero de 2010

María


Era un día de invierno como cualquier otro. María miraba por la ventana.
Las calles estaban igual que siempre. Oscuras, vacías. No había ni una alma en pena vagando por ellas.
Ella recordaba con nostalgia los días en que jugaba por esas mismas aceras con sus amigas.
No podía evitar sonreír. Seguía pensando que la gente puede vivir a base de recuerdos.
Se dió la vuelta y miró a su alrededor. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
La cena estaba aún por hacer, y Antonio, su marido, estaba a punto de llegar.
Empezó a cocinar. Echo un chorro de aceite en la sartén y al poner en ella los filetes de carne se paró a observar su brazo. "Esto fue de la última vez que olvidé hacerle la cena. Quizás me lo merecía" Pensó mientras miraba indignada aquél moratón.
Acabó de freír y fue a limpiar el baño. Sin querer, en un acto reflejo se miró en el espejo. Sus ojos estaban apagados, tenía una expresión cansada y a penas se reconocía. Aún así su pelo negro seguía brillando sobre sus hombros. Siempre le encantó su melena. Pero, ese día se dio cuenta de que ya no le gustaba tanto.
Se había convertido justo en lo que jamás quiso ser.
Una esclava del miedo.

A penas habló. Se limitó a permanecer inmóvil frente a la chimenea observando cómo se prendían sus recuerdos. Junto a las llamas veía consumirse las cartas que jamás llegó a enviar.
Ardían en ese fuego un mar de sensaciones.
Cobardía, errores rectificados en un momento inadecuado.
El olor a tinta fluía en el ambiente.
Seguía sin decir nada. Solo esperaba. Esperaba a que se quemasen los aviones de papel donde voló. Todos aquellos folios que escucharon sus historias y ruegos.
Y de pronto rompió a llorar. No por el hecho de estar quemando sus recuerdos, sino porque en realidad era ella la que ardía.
Olvidó que toda la tinta venía de su corazón.

martes, 16 de febrero de 2010

Sueños


- I tú, encara l'estimes?- Va preguntar l'Anna.
- Bé, la cosa és complicada- Va respondre en Quim
- Què vols dir amb que és complicada?
- Sí, tot plegat va ser massa llarg. Si més no, per mí. Vaig
preferir començar a oblidar-la abans d'enamorar-me d'ella.
- Ets un babau. Un somni mai no és massa llarg- Va respondre
l'Anna amb un to d'indignació.
- Ja, suposo que tens raó. Però a mi no m'agrada somiar.
L'Anna mai no s'havia sentit tant buida. A qui no li agradava somiar?
Va callar durant cinc minuts. Aquells instants van ser els més llargs
que havia viscut ens els seus setze anys de vida. Al cap d'una estona
el va mirar i va dir:
- No et puc creure. No puc creure el que m'estàs dient. A tothom li
agrada somiar. Ja sigui despert o adormit, però tothom vol fer-ho.
- No, ja t'he dit que jo no.
- Dona'm un sol motiu i callaré, però dona-me'l.
- Doncs, no vull somiar perquè els somnis no es compleixen. Perquè
somio amb el lloc i la noia que no puc treure'm mai del cap i acabo
desvetllant-me. Perquè somiant et tanques dins un petit univers
que només tu coneixes i desconeixes alhora, i això el fa indestructible al moment que te'n adones i vols fugir.
Una llàgrima va caure dels seus ulls.
- No ploris Quim.
- És molt fàcil dir-ho per tu, Anna. Ets maca, tens tot el que vols.
- Això no és cert, jo també somio amb algú...
Tots dos van callar. L'ambient va tornar-se fred per uns instants.
- Quanta hipocresia... i, si ets tan valenta, per què no li ho dius?
L'Anna va mirar a terra i en un efímer fil de veu va dir:
- Perquè aquella persona no vol somiar.
- Sí, sí que vull fer-ho. Jo vull somiar amb tu. Amb mi. Amb nosaltres.

Rebota tu pecho. Inhalas y exhalas aire más rapido de lo normal.
Tus ojos adoptan una simpática expresión chinesca, y de tu boca
salen sonidos que suelen contagiar a quién te acompaña.
Son mil sensaciones de plenitud en una sola décima de segundo.
Después de eso todo acaba.
Cuéntame, ¿ Por qué no nos han enseñado a parar el tiempo en
una de esas sonrisas...?
Aún así pasan los días y sigo llenando folios con palabras, diciéndoselo
todo a alguien que jamás podrá escucharlo, enviando cartas a algún
lugar, o , quién sabe... quizás a ninguna parte.