martes, 16 de febrero de 2010


Rebota tu pecho. Inhalas y exhalas aire más rapido de lo normal.
Tus ojos adoptan una simpática expresión chinesca, y de tu boca
salen sonidos que suelen contagiar a quién te acompaña.
Son mil sensaciones de plenitud en una sola décima de segundo.
Después de eso todo acaba.
Cuéntame, ¿ Por qué no nos han enseñado a parar el tiempo en
una de esas sonrisas...?
Aún así pasan los días y sigo llenando folios con palabras, diciéndoselo
todo a alguien que jamás podrá escucharlo, enviando cartas a algún
lugar, o , quién sabe... quizás a ninguna parte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario