lunes, 10 de mayo de 2010

Confianza


Había un espacio que la dejaba ver su habitación. La llamaba a gritos. Se deslizó entre las maderas que diferenciaban el marco de madera de la puerta, y se plantó frente a él.
Se empezó a quitar la ropa lentamente y la fué dejando en su silla.
En un giro desesperado, cuando ya estaba desnuda preguntó:
-¿Te gusta lo que ves?
Él, sin apenas mover su cabeza desvió su mirada hacia la silla. La obserbava maravillado, parecía que estuviese cazando mariposas con sus pupilas sobre cada detalle.
Inquieta, ella se abalanzó sobre él y le besó apasionadamente. Él, de pronto dijo:
-Levántate y vístete.
Ells obedeció. Cogió las piezas de ropa una por una y se las puso. Lo miró fijamente a los ojos y él le susurró:
-Ahora, desnúdate de nuevo y deposita tus prendas en el mismo lugar. La silla me acaba de contar que se ha enamorado del miedo...

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