Puede que te confundas. Sé que entre tanto "ji ji, ja ja" te has encontrado miles de mentes huecas y ahora te has aprendido el funcionamiento femenino como las tablas de multiplicar. ¿Culos y tetas? ¡Vamos, encontrarás miles de ellos en todo el mundo y cada cual mejor, la clave no está en eso! Lo que te gusta no es mi pelo, ni mis labios, ni mis ojos. O puede que sí te gusten, pero te gusta más lo que ves tras ellos...esa adrenalina que te hace entrar en éxtasis y ninguna otra curva te da. Así que venga, sube al coche...la carrera es larga.
sábado, 14 de julio de 2012
lunes, 18 de junio de 2012
wait
[...]
-El día en que te equivoques y te des cuenta de que has
metido la pata hasta el fondo querrás una segunda oportunidad. Entonces pueden pasar
tres cosas: no la tendrás porque te habrás rendido, la tendrás de mala manera
porque te esforzaste hasta llegar a ella y luego lo dejaste pasar o conseguirás
lo que deseas porque no descansaste.
-Muy bien, me parece precioso el discurso de luchadora nata.
Y ahora, ¿qué?
-Ahora espera. Simplemente espera a que el tiempo me de la
razón.
martes, 15 de mayo de 2012
Podría tener el valor de empezar a escribir en paz, pero por no tener, no tengo ni un principio ni un final alternativo por si se estropea el feliz.
Rescataría el "ya sabes que jamás se me han dado bien los principios" pero acabarían por vetarlo al haberlo regalado a demasiados oídos.
Sí, suelo andar por cuerdas flojas porque tengo complejo de funambulista insaciable; el propio vértigo es el mismo motor que me roba el aire y me conduce. Y luego cuentan que me escondo entre las hojas de los árboles y que echo a correr hacia el claro del bosque y una vez vista vuelvo al lugar de origen; dicen que a veces, ni yo misma me dejo ver.
Y puede ser cierto, en ocasiones me escapo de las últimas tendencias mentales para yacer en mi edén mientras me repito a mi misma que un día de estos dejaré de ser la niña de las nubes -o no-, que ya está bien de deambular por utopías si después no las traspaso al rumbo de mis pasos.
En realidad no me importa.
Tratar de pintar el mundo de negro para asombrarme con un charco de pintura es muy práctico los lunes, pero la verdad es que cuando llega el jueves noche empieza a preocuparme el pincel que llevo tras de mí a modo de cuchillo...
Rescataría el "ya sabes que jamás se me han dado bien los principios" pero acabarían por vetarlo al haberlo regalado a demasiados oídos.
Sí, suelo andar por cuerdas flojas porque tengo complejo de funambulista insaciable; el propio vértigo es el mismo motor que me roba el aire y me conduce. Y luego cuentan que me escondo entre las hojas de los árboles y que echo a correr hacia el claro del bosque y una vez vista vuelvo al lugar de origen; dicen que a veces, ni yo misma me dejo ver.
Y puede ser cierto, en ocasiones me escapo de las últimas tendencias mentales para yacer en mi edén mientras me repito a mi misma que un día de estos dejaré de ser la niña de las nubes -o no-, que ya está bien de deambular por utopías si después no las traspaso al rumbo de mis pasos.
En realidad no me importa.
Tratar de pintar el mundo de negro para asombrarme con un charco de pintura es muy práctico los lunes, pero la verdad es que cuando llega el jueves noche empieza a preocuparme el pincel que llevo tras de mí a modo de cuchillo...
miércoles, 9 de mayo de 2012
Buscabas un cambio y me dijiste que te faltó tiempo; que no habías podido reflexionar sobre tus errores, tus defectos y tus virtudes pero que lo intentarías de nuevo por mi.
Yo te respondí que los cambios debían hacerse hacia dentro, para uno mismo, pero ahora me di cuenta de que estaba equivocada.
Ni tú ni yo debíamos cambiar; ni para nosotros ni para nadie.
El querer es un gran juego de espejos en que la realidad a medida que pasan los días se deforma: se dilata, se encoge, toma formas surrealistas y hasta desagradables.
Con el tiempo he comprendido que tras esos espejos hay una realidad muy clara que acaba siendo querida con sus verdaderas caras feas, pero también con las más hermosas.
Fue entonces cuando te dije que había sido un error pedirte que jugases con una baraja que no fuese la tuya.
Y me miraste, y me preguntaste que qué había sido aquello que me había hecho cambiar de opinión.
Yo simplemente respondí que me había dado cuenta de que a los demás se los quiere libres y transparentes.
Me devolviste una sonrisa melancólica y me comprendiste, volviste a envolverme entre las mismas sábanas y simplemente dijiste "te entiendo".
Por eso hoy te quiero aún más que ayer
Yo te respondí que los cambios debían hacerse hacia dentro, para uno mismo, pero ahora me di cuenta de que estaba equivocada.
Ni tú ni yo debíamos cambiar; ni para nosotros ni para nadie.
El querer es un gran juego de espejos en que la realidad a medida que pasan los días se deforma: se dilata, se encoge, toma formas surrealistas y hasta desagradables.
Con el tiempo he comprendido que tras esos espejos hay una realidad muy clara que acaba siendo querida con sus verdaderas caras feas, pero también con las más hermosas.
Fue entonces cuando te dije que había sido un error pedirte que jugases con una baraja que no fuese la tuya.
Y me miraste, y me preguntaste que qué había sido aquello que me había hecho cambiar de opinión.
Yo simplemente respondí que me había dado cuenta de que a los demás se los quiere libres y transparentes.
Me devolviste una sonrisa melancólica y me comprendiste, volviste a envolverme entre las mismas sábanas y simplemente dijiste "te entiendo".
Por eso hoy te quiero aún más que ayer
miércoles, 2 de mayo de 2012
Me gusta el aliento de la soledad en mi espalda porque en el fondo me hace creer que detrás de mi sigue habiendo compañía. Y es que me siento mal sin nadie pero a gusto conmigo misma, y me siento bien acompañada aún sin rumbo ni destino.
Me gusta cuando estás tú y no estoy yo, porque entonces estamos nosotros y al irte poco a poco parece que ese conjunto se vaya disipando manteniendo una fuerza imantada que me recuerda que volveremos a vernos, como si el tiempo fuese circular y aquel instante fuese a repetirse mil veces.
Me gusta cuando me miras porque me da la sensación de que por un momento somos todo para siempre; para siempre en ese instante concentrado en la emoción de un latido, pero en un infinito que acaba terminando en nada.
¿Qué importa si hemos sido o si seremos? Si hoy por hoy podemos decir qué somos. Y, ¿qué somos? Algo, casi mucho, casi poco o casi nada. ¿Hasta cuando? Días, meses, años, segundos...déjame que robe el instante y en mí se haga eterno para... ¿Para qué? Para siempre. ¿Infinito? No existe. ¿Entonces...?
Es curioso como somos todo, nada y para siempre en un jamás.
Me gusta cuando estás tú y no estoy yo, porque entonces estamos nosotros y al irte poco a poco parece que ese conjunto se vaya disipando manteniendo una fuerza imantada que me recuerda que volveremos a vernos, como si el tiempo fuese circular y aquel instante fuese a repetirse mil veces.
Me gusta cuando me miras porque me da la sensación de que por un momento somos todo para siempre; para siempre en ese instante concentrado en la emoción de un latido, pero en un infinito que acaba terminando en nada.
¿Qué importa si hemos sido o si seremos? Si hoy por hoy podemos decir qué somos. Y, ¿qué somos? Algo, casi mucho, casi poco o casi nada. ¿Hasta cuando? Días, meses, años, segundos...déjame que robe el instante y en mí se haga eterno para... ¿Para qué? Para siempre. ¿Infinito? No existe. ¿Entonces...?
Es curioso como somos todo, nada y para siempre en un jamás.
domingo, 29 de abril de 2012
La falta de aire y el miedo a la caída siguen actuando como freno. Te coge, te abraza, te tensa, te ata y te desata sin piedad. Promete un infinito construyendo techos a tu espalda. Creería que no levantarías cabeza y se equivocó; no midió con precisión la magnitud de tus alas ni la fuerza de tu impulso.
Se olvidó de tus sueños y la brutalidad con la que te aferrabas a ellos; no sabías caminar sobre el suelo, siempre sacabas un pie del tiesto sin temer que de una revolada el viento se hiciese contigo.
Era y soy; un alma libre, un dragón condenado a cadena perpetua que cuanto más lo comprimen más grande hace su jaula, pero que ante la inmensidad de las ocho letras de libertad reculaba por la inseguridad de ésta.
Princesa sin trono, o al menos merecido.
No me gustaban los títulos nobiliarios, esa era la paradoja.
jueves, 19 de abril de 2012

Ódiame si vas a quererme mañana. No me digas que sí, pero que no tampoco. Decídete a dejar que fluya. Entiende mi locura; hazla tuya, más mía...más...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)