Yo quería que me contase el desenlace, que arrancase la última página de mi novela cuando de pronto me contó que estaba en blanco.
"¿Eso significa que no va a pasar nada?", pregunté. Me miró y dibujó esa media sonrisa que a mi tanto me gustaba. Se la devolví en tono cómplice, sin tener que molestarme en articular palabra.
"No busques esa atención ni juegues a novelistas prematuros", lo miré y con los ojos se pedí que se callase. Los suyos me dijeron "siempre te precipitas, deja paso al descontrol."
"¿Qué propones, batallas con tinta china, o mejor escribir en lápiz, para poder borrarlo luego en caso de que se me ocurra alguna idea nueva?".
"Lo mejor es que te calles. Dame la mano, a partir de ahora escribirás con los pies. Camina, yo te sostengo"
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