lunes, 16 de abril de 2012

Locura transitoria



Nos empeñamos en planear; tratar con el tiempo, pactar con el diablo, comprar bolas de cristal de funcionamiento inmediato y vaciar océanos para andarlos y no nadarlos.

Sufrimos por saber del mañana y nos olvidamos del hoy. Curiosa coincidencia del que ayer dijo “si hubiera...”. Usamos en exceso el condicional simple de indicativo y apartamos de una patada al presente. ¿Para qué? Es una buena pregunta con una respuesta simple, y sin embargo el procedimiento para llegar a la solución es tremendamente complicado.
Vivimos en burbujas hiperbólicas y en vidas hipérbatonicas y después decimos que queremos realidades simples. Nos quedamos inmersos en una enorme paradoja, como si fuésemos manzanos intentando criar rosas.
Batallas de besos, combates de locos guerreros sin espada; sinsentidos.
Y mientras nos entretenemos en abrazar nuestra propia locura tras las sábanas de la cama cuando nos sentimos raros e incomprendidos, sin ver que el resto del mundo también pierde la cordura por las noches, y que la única manera de contrarrestar la falta propia es encontrar otro salvaje loco con quien compartirla.

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