lunes, 15 de noviembre de 2010

Amar y mentir.


No se trataba para nada de un edén. Eran infiernos vestidos de sonrisas.
Palabras enmascaradas dispuestas a destruír.
Aún así le encantaba saber que por mucho que aquellos cielos no estubiesen escritos para ella era capaz de rozarlos con los dedos a instantes.
El tiempo no perdonó ni entendió de culpables. No tuvo piedad al robarle sonrisas ni al hacer que su corazón latiese más deprisa. Éste se limitó a recoger ilusiones y guardarlas en un caja de recuerdos.
Jamás supo recuperar la cordura ni borrar el pasado. De hecho cada detalle se ocupó de recordarle que la herida seguía allí dispuesta a sangrar.
Era una niña enamorada de palabras, ¿cómo iba a olvidarlas, si su camino se alimentaba de ellas?
Lentamente, sin cesar, aprendió a no ilusionarse. A intentar ser de hielo.
No pudo. ¿Qué criatura inmunda es aquella que no siente?
Su intento de borrar las ilusiones terminó en fallo... en tinta sobre papeles olvidados.

Es importante saber que de un te quiero no nace siempre un sentimiento. Un día un sabio me dijo que la razón siempre la tenían las mariposas del estómago... y así es.
No escuchéis jamás. No prometáis.El hombre que ama no necesita palabras para decirlo todo.
Y es que con el tiempo se aprende que una mirada, una caricia o un acto, valen más que un universo de promesas.

5 comentarios:

  1. no lo puedes desarrollar más?. darle alguna vuelta a alguna de las frases?

    ResponderEliminar
  2. El hombre que ama no necesita palabras para decirlo todo.
    Y es que con el tiempo se aprende que una mirada, una caricia o un acto, valen más que un universo de promesas.
    m'encanta, em posa la pell de gallina
    (soy la albajajaj)

    ResponderEliminar
  3. Que gran fragmento, soy seguidor de tu blog, aunque nunca habia comentado ninguna entrada, me fascina la soltura i la fluidez con la que escribes!.
    Sigue así!!

    ResponderEliminar
  4. Impressionante! Tienes tanta razón...

    ResponderEliminar