miércoles, 30 de enero de 2013

"Para siempre"

no ha existido nunca.
Para siempre como las noches en vela que jamás nos atreveremos a contar;
tampoco a cantar -o quizás sí pero a la almohada.
Como las caricias que dimos que aún arden en espaldas ajenas,
o lo que no nos atrevimos a decir.
Como las mentiras que contamos a los demás y a nosotros mismos;
los "te necesito" que dijimos y acabaron olvidados.
Para siempre como las heridas en el alma que solemos decir que se han cerrado;
o el olvido momentáneo de sus cicatrices.
Como el montón de cartas que me dedico a mandar,
y nadie podrá leerlas.
Como la parte de el mundo que no sabemos explicar,
que de pronto se rompe y simulamos haber olvidado.
Como el bueno y el malo de todos los cuentos que se han escrito,
y la piel del escritor como folio.
Para siempre como lo que queda por hacer y no pudimos,
lo que quisimos decir, o simplemente lo que olvidamos.
Para siempre como el mañana que nunca llegó,
y no pudimos arrepentirnos al día siguiente.

Para siempre, como todo lo que se acaba marchando.
Como los recuerdos.
Como el todo.
Como la nada.
Como todas las mentiras que se nos acaban quedando grandes. 




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