Estaba igual que la última vez que lo visité. Mi piel se erizó completamente al pisar aquél suelo... la fortaleza de ninguna parte me estremecía.
Estaba todo lleno de fotografías tiradas por el suelo. Algunas más oscuras, otras más claras...siempre resistían los ataques de las llamas. Mis tijeras de romper recuerdos al lado; rotas, como las dejé. Aún intento encontrar la manera de que mi memoria desdibuje ciertas cosas ya que a la fuerza jamás pude.
Pasé pisando lo que encontraba de por medio y llegué a un largo pasillo que llevaba al salón. Ni cuadros, ni velas. Nada. Un simple pasillo de color gris azulado.
Caminé hasta llegar. Era todo tan frío...
Me senté en una butaca que había nada más entrar a mano derecha.
De repente llegó la mujer de blanco. Me puso una mano en el hombro.
-Vaya, has vuelto...-Dijo con voz nostálgica- Te hemos echado de menos.
-Sí-Respondí- He vuelto. Se me ha quedado pequeña la realidad de nuevo Alma. A veces creo que aunque sea cobarde esconderme aquí, es mi única salvación. A pesar de estar encerrada entre fotografías, recuerdos, heridas y miedos...puedo hablar conmigo misma y conocerme.
Vivir en ninguna parte puede ser la alternativa a visitarlo cada mucho tiempo.
uauu, increible les sensacion que transmet.
ResponderEliminarets una crack!!!
lost
Así me gusta, que las tijeras de romper recuerdos estubieran rotas. Siempre se puede aprender algo del pasado, siempre lo que duele ayuda en un futuro. No desperdicies nada pequeña, porque nada tiene desperdicio.
ResponderEliminarNo me canso de repetirtelo, eres increible!