Es curioso darse cuenta de que el colofón de nuestro dolor son llantos del pasado. Cicatrices en lo más hondo del alma que tapamos, pero a pesar de nadie saberlo siguen estando ahí. Pero qué más da. Imagino que serán alimento de tu olvido todas las promesas que me hiciste. O, ¿ A caso recuerdas que soy yo la última pincelada en tu más preciosa obra, la última frase de tu mejor libro?
A decir verdad, me hubiese conformado con saber que recordabas el
"Je t'aime toujours, princesse".
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